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Caras de pocos amigos
Posted November 1, 2009
on:Por Lillian E. Agosto Maldonado
Una señora estaba comprando algunos artículos en una tienda de un conocido centro comercial y yo estaba justo detrás de ella esperando a ser atendida por el cajero. El establecimiento estaba lleno y la gente estaba desesperada por salir del lugar. El cajero se dirigió a la señora y le dijo: “¿Eso es todo?”, con el propósito de dar por finalizada la compra. La señora, con una cara de pocos amigos, le dijo: “Sí, ¿qué esperas para terminar de cobrarme?”.
Es triste decirlo, pero no es la primera vez que me doy con esta situación. Las personas están caminando por la vida con una expresión de enojo casi todo el tiempo. Sin motivo alguno, responden de mala forma, se inquietan o descargan su ira con el primero que tengan en frente. Situaciones como éstas no deben darse. Un cajero no tiene la culpa de lo que le sucede a un cliente, en cuestiones personales. No se trata de estar con una sonrisa plástica, pero sí de demostrar respeto y consideración con el que le rodea.
Personas que viven con ese enojo constante restan la paz a los demás, quitan energías y hasta “enoja que estén enojados”. Es un asunto sencillo de describir y percibir, pero difícil de entender y atender. Hay ocasiones en que ni sabes cómo lidiar con ellos, cómo hacerles caer en cuenta que sus rostros no inspiran nada positivo, mas bien, irradian, lo que llaman por ahí, malas vibras.
¿Cómo debemos reaccionar a estas caras de pocos amigos?; ¿Debemos ignorarlos?; ¿Debemos decirle algo a estas personas?; ¿Debemos mirarlos igual? O simplemente, ¿debemos sonreír y demostrarle lo lindo y productivo que puede ser una sonrisa?
Es momento de contrarrestar las caras de enojo y desazón con sonrisas entusiastas y llenas de un espíritu genuino y gratificante. Regálele una sonrisa a su vecino; sea amable, agradecido y, sobre todo, considerado. ¡Es hora de sonreírle a la vida y dejar esas caras de pocos amigos a un lado!